Gay y católico, cuenta su experiencia de «por qué la
Iglesia tiene razón al defender la castidad»
De ReL
“Mi nombre es Giorgio Ponte, tengo tendencias
homosexuales y estoy cansado de oír a
las asociaciones homosexuales hablar en mi nombre sobre lo
que ellos creen que debería pensar”, escribía este joven escritor italiano, que
además añade un elemento clave en su vida: “Soy católico”.
Su testimonio se suma al de otras personas homosexuales que viven en
castidad y siguen las enseñanzas de la Iglesia y que han
dicho basta a un lobby LGTB que no representa a muchos de ellos.
Este joven escritor de 32 años salió en todos
los medios al hablar ante miles de personas que protestaban en Italia contra la
ley Cirinna, que promovía las uniones homosexuales, lo que le generó numerosos
ataques.
Más discriminado por ser católico que
homosexual
“Siempre he dicho que me
siento más discriminados como católico que como homosexual”, afirmaba Ponte. Además recordaba a los homosexuales italianos
que la vida sólo procede de la unión entre un hombre y una mujer, y les ofreció
poder vivir la maternidad y la paternidad de una manera alternativa, “dando la
vida a las personas que están al lado”.
"No es homofobia"
Sus palabras no gustaron a estos grupos de
presión. Desde entonces desde su blog cuenta su experiencia y su
tendencia homosexual vivida desde el catolicismo.
Pero antes de nada, Giorgio deja claros algunos
aspectos. “Sólo hay un mundo y una naturaleza a la que pertenecer: la
humana. Y la única diferencia real en esta naturaleza es la del hombre y la
mujer, la única diferencia cuya unión puede provocar vida. Esto no es homofobia. Decir que dos homosexuales no pueden tener
hijos no es homofóbico. Decir que la homosexualidad tiene causas psicológicas
no es homofóbico. Decir que seguir todos nuestros deseos
no siempre conduce a nuestra felicidad no es homofobia”.
"La Iglesia no te odia"
Por ello, dirigiéndose a los homosexuales que
han sido aleccionados por estos grupos ideologizados les dice: “Respira, relájate, sé feliz: la Iglesia no te
odia, Dios no te odia ni siquiera el mundo. Al menos, esta
sociedad en la que vivimos. Decir, de hecho, que la homosexualidad no es
necesariamente una condición inmutable y que sólo un hombre y una mujer pueden
concebir un niño no es un síntoma de odio”.
Además, Giorgio Ponte recuerda que “hay hombres que han vivido durante años en el
mundo gay y ahora están casados con mujeres extraordinarias con quienes han
formado una familia; del mismo modo que conozco hermanos que me
quieren, que persiguen la castidad, intentan amar sin la necesidad de poseer el
cuerpo de los demás o el suyo propio”.
Este joven italiano confiesa que las críticas
que más le llegan es por su catolicidad, y que según sus detractores, la Iglesia la ha impuesto una “visión
dogmática” de la homosexualidad.
Una historia que le ha llevado hasta aquí
Y en un reciente artículo en su blog refuta
estas críticas recordando que “no hay persona en el mundo que no lea la
realidad de acuerdo a un sistema de de valores de referencia, y el hecho de que
el mío sea católico no significa que me haga más parcial que los que puedan
tener como referencia la ideología comunista, el capitalismo, la religión
islámica, el racionalismo o cualquier otra cosa”.
Para él, el problema no es tanto el sistema de
valores sino el motivo por el que se adopta o la actitud con la que se lleva a
cabo. Y recalca que es católico, homosexual y vive
en castidad no porque lo exija la Iglesia si no que por convencimiento tras su
propia historia.
De hecho, Ponte aclara que su testimonio bebe
mucho más de su experiencia pasada que del dogmatismo. “En mi vida me he
permitido experimentar todos los aspectos de mi homosexualidad”, cuenta.
Asegura haber tocado fondo y haberse levantado. También haber probado el sexo
casual con otros hombres a relaciones estables, haberse enamorado de otro
hombre y haber tenido dependencia sexual y emocional. Incluso haber odiado su
orientación sexual y luego aceptarla como parte de su historia.
Unas certezas gracias a su experiencia
“Es cierto que nunca he dejado
de creer que Dios existía, pero
por otra parte, a menudo he dudado de que se preocupaba por mí y me quería”,
asegura.
Es precisamente esta experiencia en la vida
homosexual la que le ha llevado al convencimiento de sus argumentos actuales, “así que a la luz de todo esto, no puedo
decir que la mía es una visión dogmática de las cosas”.
“Si digo lo que digo –agrega- es sólo porque con
cada una de estas experiencias, incluso las peores, aprendí algo que me mostró
una verdad insondable en nuestro interior, que es la misma que ha defendido la
Iglesia siempre: nuestra
naturaleza no está definida por nuestros deseos, sino por nuestro cuerpo
masculino y femenino, en términos biológicos, y en términos espirituales por
nuestra condición de ser hijos de Dios por el Espíritu Santo que habita este
cuerpo”.
El catolicismo y su respeto de la naturaleza
humana
Por ello, añade que “si nuestro cuerpo, nuestra
carne, dice una verdad acerca de nosotros, definiéndolo como hombre o mujer,
muestra también de una manera clara que dos personas del mismo sexo no están hechas para tener relaciones
sexuales entre sí (lo que no impide amar, si por amor nos
referimos a la forma en que Cristo nos ama: ‘dar la vida por sus amigos’”.
Siguiendo con su testimonio, Giorgio Ponte
agrega que “si hay algo que he aprendido es que todo lo que los cristianos
creemos a nivel espiritual, está enraizado primero en nuestra humanidad. No hay fe en el mundo que respete la
naturaleza humana en su totalidad como el catolicismo. Y
esta correspondencia no se contradice cuando nos enfrentamos a las cosas desde
un punto de vista científico”.
"La Iglesia tiene razón"
En este sentido, Giorgio confiesa que “en un
momento de mi viaje, se me dio la gracia de descubrir algunos de los sistemas
teóricos y científicos que apoyaron firmemente lo que había vivido en mi propia
experiencia y la de todos los hombres que había conocido: que la homosexualidad no es inmutable, tiene
causas”.
“¿Y sabes que es lo que descubierto una vez
más?”, pregunta Giorgio Ponte a los homosexuales que puedan leerle, “que la Iglesia tiene razón cuando pide
castidad a aquellos que tienen heridas de identidad. Tiene
razón a nivel psicológico y humano antes que en el espiritual”.