Pequeñas
y grandes conversiones
¿Qué
es más heroico?
El modelo de converso nos lo pone
Jesucristo al narrarnos la parábola del hijo pródigo. El hijo pródigo lleva una
vida disoluta pero, su alma recuerda la morada de su Padre y regresa
arrepentido y avergonzado. Los demás cristianos nos parecemos, más bien, al hermano que se pone celoso y envidioso por
los elogios que su padre hace del hijo recuperado (Lc 15:11-32). Este hermano envidioso
necesitaba una pequeña conversión.
Y en Mt 18:10-14. “¿Qué os
parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las
noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? Y
si llega a encontrarla, os aseguro que se
alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron”.
Desde San Pablo, pasando por S.
Agustín, la historia de la humanidad está llena de ejemplos de conversos, de
personas muy diferentes, de rutas de conversión muy distintas, cuyas vidas han sido ejemplares para las
restantes ”noventa y nueve ovejas”.
Echamos un vistazo a los
conversos de los últimos siglos: el escritor y pensador Chesterton, el pastor
Newman, o personajes más cercanos como los escritores Vittorio Messori, María Nágera, Svetlana Stalin (hija de Stalin),
actores como Sylvester Stallone, Gary
Cooper, Fabio McNamara , Eduardo Verástegui, filósofos como C. S. Lewis, Manuel
García Morente, André Frossard, premio
Nóbel como Alexis Carrel, hasta el “ex rey del aborto” Bernard Nathanson, o
Eugenio Zolli, el Gran Rabino de Roma. Y, casos muy especiales, como los
que se convierten al final de su vida: Manuel Azaña, el escritor Jorge Luis
Borges, la "Pasionaria", el escritor Óscar Wilde, el criminal
ejecutado (y arrepentido) Jacques Fesch...
El escritor Jacinto Peraire
Ferrer publicó recientemente un libro,
“Conversos modernos a micrófono abierto”, en el que deja hablar brevemente a
350 conversos de las procedencias más inverosímiles.
Son muchas las conversiones que
cada año se dan hacia la Iglesia. Muchos bautizos de adultos que son verdaderas
conversiones en todo el mundo. Por ejemplo, en Estados Unidos, cada año entre 40.000 y
80.000 adultos se bautizan católicos (1 millón de conversos adultos al
catolicismo en 8 años), y frecuentemente, los hijos de los ateos en EEUU, con frecuencia, se
hacen cristianos.
Lógicamente, llegan hasta nuestros oídos, solamente las de
los “famosos” por algún motivo. Todas
las conversiones tienen un gran valor pero, indudablemente, las de las
personas conocidas tienen un mayor impacto social y presencia en la opinión
pública. Por otra parte, suelen tener más mérito puesto que, en muchos casos,
esos personajes sufren una gran presión social que puede ser un factor de
“freno” para su conversión. Para muchos de ellos, la conversión, supone
enfrentarse a todo su propio círculo social o profesional y provoca grandes
cambios en su vida práctica.
Nos podemos preguntar: ¿Por qué
esos conversos suelen mostrar una mayor
fortaleza y “beligerancia” en su defensa
y exposición de la fe?
Es difícil dar respuesta porque
no podemos enjuiciar como hace Dios las cosas y, sin ninguna duda, tanto en las
conversiones famosas como en las discretas, Dios interviene.
Seguramente, las personas como
María de Magdala, que “amó mucho porque se le perdonó mucho” (Lc 7:47), saben
valorar mejor el amor de Dios que han descubierto porque les ha costado mucho
encontrarlo y han tenido que sufrir y pelear, mientras que las “otras noventa y
nueve” lo han tenido todo desde el principio y la costumbre y facilidad hacen
que no valoren suficientemente lo que ya tienen, como el hermano mayor del hijo
pródigo.
“Las
otras noventa y nueve” necesitamos pequeñas conversiones diarias, una reforma
personal permanente, que es otra forma de heroísmo.