Esclavismo
en el mundo árabe.
Publicamos
otro artículo del escritor italiano Vittorio Messori, que tiene la habilidad de
divulgar, de hacer asequible a todos los públicos, temas que son muy
complejos.
Por
casualidad, tuve ocasión de ver algunas secuencias de una película que se
reponía estos días por televisión sobre aquel gran campeón de boxeo que fue
Cassius Clay y que al convertirse en líder de los Musulmanes Negros tomó el
nombre de Muhammad Ali. En la película (que, según me han dicho, reproduce
fielmente la realidad) se deshace en virulentos ataques contra aquellos
malvados cristianos que redujeron a sus antepasados a la esclavitud y lanza una
apología a favor de esos buenos hermanos que resultarían ser los seguidores del
islam.
Caigo
de las nubes: pase que un boxeador no sepa nada de historia, pero es
intolerable que se hallen en semejante estado de ignorancia todos los no negros
que muestra la película (reproduciendo la realidad, repito), avergonzados y
mudos ante ese huracán de insultos. Valdría la pena pensar un momento en esto,
dado que se trata del enésimo ejemplo de una franca manipulación
de la verdad.
Antes
que nada, Muhammad Ali parece ignorar que las únicas zonas del mundo en que la
esclavitud, además de tolerarse, está regulada legalmente (contraviniendo los
acuerdos internacionales) son precisamente aquellas donde la saria, el derecho
extraído directamente del Corán, está plenamente en vigor. Para éstos, la
esclavitud no constituye ningún problema, es más, se trata de una institución inmutable
de la sociedad.
Según
Mahoma, el creyente puede suavizarla pero no abolirla. Todavía en la actualidad,
las víctimas privilegiadas de las razzias de los árabes musulmanes son, como
siempre, los negros precisamente, aunque también sean islámicos como Clay. En los países donde conviven árabes y
negros, caso del Sudán, estos últimos son sometidos de manera cruel y habitual.
Jean
François Revel, un laico de toda confianza, escribe: «El único tráfico de
esclavos que se recuerda siempre es el de las Américas. La memoria histórica ha olvidado el crimen del esclavismo en el mundo
árabe, los veinte millones de negros que fueron arrancados de sus pueblos y
transportados por la fuerza en el mundo musulmán, entre los siglos VII y XX. Se
olvida que, por ejemplo, a finales del siglo XIX en Zanzíbar había doscientos
mil esclavos sobre trescientos mil habitantes. También se olvida que en un país
islámico como Mauritania la esclavitud todavía era legal en 1981. Fue abolida
formalmente en 1982, pero, allí como en todas partes, sigue perdurando sin
obstáculos.»
Respecto
a los casi cuarenta millones de africanos deportados a las dos Américas entre
el siglo XVI y 1863 (fecha de abolición de la esclavitud en Estados Unidos), es
sin lugar a dudas una tragedia espantosa de la que deben avergonzarse
calvinistas holandeses, luteranos alemanes, anglicanos británicos,
católicos portugueses y españoles. (Hay que aclarar que para estos
últimos, como «malvados» católicos, la condena de la trata por parte de
Roma se produjo de inmediato, desde finales del siglo XV; Pablo IV ratificó
la prohibición de la esclavitud en 1537 y Pío V en 1568; Urbano VIII
repite en 1639 acaloradas palabras contra «un semejante y abominable comercio
de hombres»; en 1714 le toca a Benito XIV bramar contra el hecho de que los
cristianos conviertan en siervos a otros hombres.
En
esta misma línea «oficial» se manifestaban santos como Pedro Claver, que realizaron
prodigiosos actos de caridad a favor de los hermanos negros. Por el contrario, muchos ignoran que la
esclavitud en las colonias francesas se restableció en 1802, por orden de
aquel hijo predilecto de la Revolución que fue Napoleón.
Pero
también deberían avergonzarse de la trata «cristiana» hacia las Américas
algunos animistas negros y muchos árabes musulmanes. A estos últimos se les adjudicó
la captura de los esclavos y el transporte hasta los puertos;
en cuanto a los negros, es un dato desgraciadamente cierto que no con poca frecuencia eran los jefes de
las tribus quienes ofrecían a la venta a sus hermanos.
La
historia (que es cruel porque siempre desbarata nuestro deseo de dividir la
humanidad en buenos y malos) debe registrar además otros hechos penosos. Por
ejemplo, que muchos esclavos liberados en el siglo XIX pensaron en sacar
provecho de la experiencia madurada en sus propias carnes y no supieron hacer
nada mejor que dedicarse a la trata de otros negros. O que los esclavos
emancipados por algunos filántropos americanos y asentados en el país que,
justo por esta causa, se llamó Liberia, desde 1822 hasta hoy han estado
oprimiendo cruelmente a los otros negros que ya habitaban en el territorio por
considerarlos «inferiores».
Y
aquí nos detenemos. Lo que nos empuja es recordar que el pecado nos une a
todos: a los cristianos, sí, pero también a los «devotos musulmanes y a los
bondadosos negros».
Aquí les comparto recomendaciones a seguir para prevenir ser víctima de la delincuencia. Nada es 100% seguro, pero son las mejores medidas a seguir para minimizar el riesgo:
ResponderEliminarhttps://alexanderstrauffon.blogspot.com/2011/08/recomendaciones-para-evitar-ser-victima-de-la-delincuencia.html