El
principio protestante “solo Biblia” es contrario a la razón humana
La
verdad es anterior a la Revelación
Cuando Lutero establece el
principio de “sola scriptura” pretendía eliminar la autoridad de la Iglesia
Católica como garante de la interpretación de los textos bíblicos.
El establecimiento de ese
principio ha tenido muchas consecuencias, no solo en distanciamiento de la
Iglesia Católica, sino entre los propios grupos protestantes.
La personal y libre interpretación de la Biblia lleva a que cada persona
pueda constituirse en iglesia y que cada iglesia liderada por un pastor
establezca su propia doctrina, llegando así a los miles de diferentes grupos
protestantes autónomos.
Como sabemos, el principio de
“sola scriptura” no está fundamentado en
la Biblia y ha sido necesaria la transmisión oral y la Tradición autorizada para
el correcto entendimiento de la Biblia.
(Ver: http://www.catholiceducation.org/es/controversia/objeciones-protestantes/solamente-la-biblia.html#.WDr5T9UgdZw.facebook)
Pero, no vamos a centrarnos ahora
en esos argumentos tan sólidamente ya tratados, sino en otro aspecto, otro
enfoque del problema menos utilizado. Se trata de que el principio de “sola
scriptura” revela una total desconfianza de la razón, de la inteligencia humana.
Cualquier ser humano tiene acceso
a la verdad con el uso de su inteligencia. La ley natural impresa en la
conciencia de todo ser humano le permite descubrir la verdad sobre sí mismo y
sobre todo lo que le rodea, aunque la inteligencia debilitada por el pecado le
dificulta mucho el acceso a la verdad.
Un católico juega con ventaja, porque
además de emplear la razón para entender las verdades, descansa en la Iglesia y
en la Biblia para alcanzar certezas pero, no renuncia a su inteligencia.
Veamos un ejemplo. En el entorno
en el que me muevo soy testigo, frecuentemente, de conversaciones y discusiones
entre protestantes, sobre todo evangélicos; se trata de verdaderas “tertulias
bíblicas” en las que personas, normalmente con poca preparación, discuten
principios morales, entablando verdaderas batallas de citas bíblicas, empleando
a fondo el principio de “libre interpretación”, con todo derecho, en su caso, a
que cada uno lo entiende según sus sentimientos, entendimiento y capacitación.
Entre las distintas iglesias evangélicas
son frecuentes las diferencias de interpretación de asuntos “domésticos” que el
pastor líder marca en su dirección. Uno de esos temas, que no es inocuo porque
afecta a la vida diaria de muchas personas, es acerca de la adecuada forma de
vestir de las mujeres. Cada pastor, cada iglesia, busca sus citas bíblicas en
apoyo de su personal opinión. Eso mismo ocurre en las “tertulias bíblicas”
populares que les mencionaba anteriormente y, en el tema de la “forma de vestir
y decorarse de las mujeres”, la tertulia se anima y se acalora. No se pueden
imaginar la cantidad d diferentes textos bíblicos que salen a colación en un
tema tan doméstico.
Cuando escucho esas complicadas
discusiones sobre algo tan elemental, me perdonan si les digo, que admiro a las
personas que no son creyentes de nada, que desconocen la Biblia, pero que con sana inteligencia, descontaminada, tienen
respuestas sublimes en su cabeza y su corazón. Por ejemplo, en este tema de la
“forma de vestir y decorarse de las mujeres”, tienen la respuesta evidente de
que tanto el hombre como la mujer deben
presentarse de forma bella, atractiva pero no provocativa y toca a cada
persona decidir en cada momento que es “provocativo”. La mayoría de las
personas, sin recurrir a una religión o a la Biblia, llegan a esa conclusión.
Millones de personas, sin ninguna
formación religiosa, conocen aceptan y viven la ley natural, alcanzan los principios morales básicos, como son la
mayoría de los diez mandamientos. La
Biblia no es el único camino de conocimiento de la verdad.
Y
este es el punto decisivo: la Ley Natural (me gusta ponerlo con
mayúscula) es anterior a la revelación,
es anterior a la Biblia.
La ley natural afirma, en sustancia, que las
personas y las comunidades humanas son capaces, a la luz de la razón, de discernir las
orientaciones fundamentales de un actuar moral conforme a la misma naturaleza
del sujeto humano y
de expresarlas de manera normativa en forma de preceptos o mandamientos.
Antes de que llegara a nosotros la Revelación contenida en el Antiguo y Nuevo Testamento, los hombres se regían solamente por la ley natural.
Nuestra propia debilidad intelectual y moral hizo necesaria la ayuda de Dios con su Revelación a través del pueblo de Israel y finalmente por Jesucristo para toda la humanidad.
Pero Dios, desde la creación, dotó al ser humano de inteligencia suficiente para conocer las verdades naturales acerca de toda la creación y de las propias verdades íntimas de la persona.
Por tanto, debemos confiar en la capacidad de nuestra inteligencia para llegar a esos descubrimientos.
Lutero para mantener el principio de “sola sriptura” tuvo que negar la existencia de la ley natural, y los protestantes acuden a la Biblia como único argumento de autoridad, con todas las consecuencias filosóficas y teológicas que tiene este planteamiento. Algunos protestantes son tan “bibliocéntricos” que cuando citan un frase de Jesucristo dicen “como dice la Biblia” en lugar de lo correcto que sería “como dice Jesucristo”. Ya que es Jesucristo quien da autoridad a la Biblia y no lo contrario.
Un ejemplo de este recurso a la ley natural nos lo da el propio Jesús que, al dar su respuesta sobre la indisolubilidad del matrimonio, no recurre a las tablas de la Ley o a la Ley Mosaica.
Acude a un principio válido desde siempre: “Moisés permitió el repudio de
la mujer, pero al principio no fue así”
(Mt. 19, 8).
El matrimonio es una unión tal que no debe ser separada por el hombre, porque es algo que Dios unió, no a través de una ley positiva, sino que lo hizo desde el principio, en el momento de la creación.
El matrimonio es una unión tal que no debe ser separada por el hombre, porque es algo que Dios unió, no a través de una ley positiva, sino que lo hizo desde el principio, en el momento de la creación.
En ese sentido podemos decir que ¨no es verdad porque lo dice la Biblia, sino que la Biblia lo dice porque es verdad¨.
Al comienzo de la Carta a los Romanos, el apóstol Pablo, para
manifestar la necesidad universal de la salvación que trae Cristo, describe la
situación religiosa y moral común a todos los hombres.
Afirma la posibilidad de un conocimiento natural de Dios: ¨Porque lo que de Dios puede conocerse les resulta manifiesto, pues Dios mismo se lo manifestó. Pues lo invisible de Dios, su eterno poder y su divinidad, son perceptibles para la inteligencia a partir de la creación del mundo a través de sus obras¨ (Rom 1,19s)
Al situar a judíos y gentiles en el mismo plano, san Pablo afirma la existencia de una ley moral no escrita que se encuentra inscrita en los corazones. Esta ley permite discernir por uno mismo el bien y el mal¨ (Rom 2,14s).
La Comisión Teológica Internacional del Vaticano publicó un documento en 2008 llamado En busca de una ética universal: nueva perspectiva sobre la ley natural.
Este documento indica que las grandes corrientes sapienciales religiosas y filosóficas atestiguan la existencia de un patrimonio moral en gran medida común, que constituye la base para todo diálogo acerca de las cuestiones morales.
Afirma la posibilidad de un conocimiento natural de Dios: ¨Porque lo que de Dios puede conocerse les resulta manifiesto, pues Dios mismo se lo manifestó. Pues lo invisible de Dios, su eterno poder y su divinidad, son perceptibles para la inteligencia a partir de la creación del mundo a través de sus obras¨ (Rom 1,19s)
Al situar a judíos y gentiles en el mismo plano, san Pablo afirma la existencia de una ley moral no escrita que se encuentra inscrita en los corazones. Esta ley permite discernir por uno mismo el bien y el mal¨ (Rom 2,14s).
La Comisión Teológica Internacional del Vaticano publicó un documento en 2008 llamado En busca de una ética universal: nueva perspectiva sobre la ley natural.
Este documento indica que las grandes corrientes sapienciales religiosas y filosóficas atestiguan la existencia de un patrimonio moral en gran medida común, que constituye la base para todo diálogo acerca de las cuestiones morales.
Por tanto el acceso a la verdad moral es posible tanto para
personas que conocen la Biblia como las que no la conocen. “Sólo la Biblia” es incorrecto. Una vez más, la fe y la razón se
encuentran y se complementan.
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