Una florista lleva caso de libertad religiosa a la
Corte Suprema de Estados Unidos
Por no querer decorar una boda gay
Noticias AciPrensa
Barronelle
Stutzman, una anciana de 72 años y propietaria de una florería en Estados
Unidos, está pidiendo a la Corte Suprema de su país que la proteja de una
sentencia del tribunal estatal de Washington que podría destruirla
financieramente, debido a que sus creencias religiosas le impidieron brindar
sus servicios a una boda gay.
“Si
el gobierno puede arruinar a Barronelle por vivir pacíficamente y trabajar
según su fe, puede
castigar a cualquier otra persona por expresar su creencia”,
dijo el 14 de julio al Tri-City Herald la abogada de Stutzman, Kristen
Waggoner, que pertenece al grupo legal Alliance Defending Freedom.
En
2013, Barronelle Stutzman, propietaria de Flores de Arlene en Richland
(Washington), declinó dar sus servicios a una boda homosexual, al señalar que
sus creencias cristianas afirman que el matrimonio es
entre un hombre y una mujer. Luego, recomendó a su cliente a otra tienda floral
cercana.
Su
abogada aseguró que “el gobierno no debería tener el poder de obligar a una
abuela de 72 años a perder su libertad por dirigir su negocio familiar.
Cualquiera que apoye los derechos de la Primera Enmienda que garantiza la
Constitución de los Estados Unidos, debería estar con Barronelle”.
“Nuestra
nación tiene una larga historia de proteger el derecho a disentir”, señaló
Waggoner. Sin embargo, denunció que Barronelle puede perder todo lo que posee
solo porque “no está de acuerdo” con las uniones del mismo sexo.
La
abogada dijo que la decisión judicial no solo puso en peligro los negocios de
Stutzman, sino también puso
en peligro los ahorros de su familia,
su fondo de jubilación y su hogar.
Waggoner
añadió que su cliente se enfrentó a “sanciones onerosas” simplemente por
ejercer un derecho de libre expresión.
La
petición legal fue presentada el 14 de julio ante el Tribunal Supremo de los
Estados Unidos.
La
denuncia sostiene que el razonamiento de los tribunales de Washington es tan
amplio que “se extiende a casi todos las organizaciones creadas con fines de
lucro” y es “particularmente peligroso”. También es peligrosa la “naturaleza
extrema” del castigo para el dueño de la tienda pues la deja en bancarrota.
Los
tribunales estatales dictaminaron que la mujer debía pagar multas y honorarios
de abogados que podrían superar los 2 millones de dólares.
El
14 de julio de 2013, Stutzman aseguró que “nunca hubo un problema con que (el
cliente) sea gay, al igual que con ninguno de mis otros clientes o empleados”,
luego de afirmar que ella y su cliente han sido amigos durante años.
“Ahora
el estado está tratando de utilizar este caso para obligarme a crear una
expresión artística que viola mis creencias más profundas, me quita el trabajo
y los ahorros de mi vida, y también daña a mis trabajadores. No estoy
pidiendo nada que nuestra Constitución me prometa a mí y al resto de
estadounidenses: el derecho a crear libremente y de vivir mi fe sin miedo al
castigo o la interferencia del gobierno”, añadió.
La
abogada Waggoner dijo que el caso es similar al de la pastelería de Jack
Phillips, en Colorado, porque el propietario se negó a hacer un pastel de bodas
a una pareja del mismo sexo y tuvo que enfrentarse a “sanciones agobiantes”.
Alliance
Defending Freedom pidió a la Corte Suprema que consolide el caso de Stutzman
con el caso de Phillips.
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