Cómo y porqué
se redactó el Catecismo de la Iglesia Católica.
San Juan Pablo II nos lo explica en
la Constitución Apostólica “Fidei
depositum”.
El Catecismo de la Iglesia
Católica es una profunda y sólida exposición de la fe y la moral católica, un
excelente tratado de teología dogmática, fruto de veinte siglos de vida e
investigación teológica cristiana.
El Papa Juan Pablo II nos explica
en la
Constitución Apostólica “Fidei
depositum”, cómo y porqué re redacto y publicó. Estos son algunos párrafos
seleccionados de dicha Constitución firmada por el Papa Juan Pablo II el
11-10-1992:
Desde
su clausura, el Concilio no ha cesado de
inspirar la vida eclesial. En 1985, yo pude afirmar: «Para mí —que tuve la
gracia especial de participar en él y colaborar activamente en su desarrollo—,
el Vaticano II ha sido siempre, y es de una manera particular en estos años de
mi pontificado, el punto constante de referencia de toda mi acción pastoral, en
un esfuerzo consciente por traducir sus directrices en aplicaciones concretas y
fieles, en el seno de cada Iglesia particular y de toda la Iglesia Católica. Es
preciso volver sin cesar a esa fuente»
En este
espíritu, el 25 de enero de 1985 convoqué una asamblea extraordinaria del
Sínodo de los Obispos, con ocasión del vigésimo aniversario de la clausura del
Concilio. El fin de esta asamblea era dar gracias y celebrar los frutos
espirituales del concilio Vaticano II, profundizando en sus enseñanzas para una
más perfecta adhesión a ellas y promoviendo el conocimiento y aplicación de las
mismas por parte de todos los fieles cristianos.
En la
celebración de esta asamblea, los padres
del Sínodo expresaron el deseo de que fuese redactado un Catecismo o compendio
de toda la doctrina católica, tanto sobre la fe como sobre la moral, que
sería como el punto de referencia para los catecismos o compendios que se
redacten en los diversos países. La presentación de la doctrina debería ser
bíblica y litúrgica, exponiendo una doctrina segura y, al mismo tiempo,
adaptada a la vida actual de los cristianos. Desde la clausura del Sínodo, hice
mío este deseo juzgando que «responde enteramente a una verdadera necesidad de
la Iglesia universal y de las Iglesias particulares».
De todo
corazón hay que dar gracias al Señor, en este día en que podemos ofrecer a toda
la Iglesia, con el título de «Catecismo de la Iglesia Católica», este «texto de
referencia» para una catequesis renovada en las fuentes vivas de la fe.
Un Catecismo debe presentar fiel y
orgánicamente la enseñanza de la Sagrada Escritura, de la Tradición viva de la
Iglesia y del Magisterio auténtico, así como la herencia espiritual de los
Padres, de los santos y santas de la Iglesia, para que se conozcan mejor los misterios cristianos y se
reavive la fe del Pueblo de Dios. Debe recoger aquellas explicitaciones de la
doctrina que el Espíritu Santo ha sugerido a la Iglesia a lo largo de los
siglos. Es preciso también que ayude a iluminar con la luz de la fe las
situaciones nuevas y los problemas que en el pasado aún no se habían planteado.
El
Catecismo, por tanto, contiene «lo nuevo y lo viejo» (cf. Mt 13, 52), pues la fe es siempre la
misma y fuente siempre de luces nuevas.
Pido, por tanto, a los pastores de la Iglesia, y a los fieles, que
reciban este Catecismo con espíritu de comunión y lo utilicen constantemente cuando realicen su misión de anunciar la fe
y llamar a la vida evangélica. Este Catecismo les es dado para que les
sirva de texto de referencia seguro y auténtico en la enseñanza de la doctrina
católica, y muy particularmente, para la composición de los catecismos locales.
Se ofrece también, a todos aquellos fieles que deseen conocer mejor las
riquezas inagotables de la salvación (cf. Jn 8, 32)
Este Catecismo no está destinado a sustituir los catecismos
locales debidamente aprobados por las autoridades eclesiásticas, los Obispos
diocesanos o las Conferencias episcopales, sobre todo cuando estos catecismos
han sido aprobados por la Sede Apostólica. El
Catecismo de la Iglesia Católica se destina a alentar y facilitar la redacción
de nuevos catecismos locales que tengan en cuenta las diversas situaciones
y culturas, siempre que guarden cuidadosamente la unidad de la fe y la
fidelidad a la doctrina católica.
Nota: en el original no hay textos resaltados en “negrita”.
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