¿Embarazada y con problemas? ¡Llámanos!
El
88% de los abortos que se producen podrían ser evitados
Si la legislación no protege la
maternidad, los cristianos tenemos que hacerlo.
Las
leyes sobre el aborto no resuelven la tragedia de más de
50 millones de niños abortados anualmente en el mundo.
En
las redes encontramos miles de
iniciativas pro vida que se van multiplicando día a día. Como, por ejemplo
estos dos casos a conectar en twitter:
Centro
Riojano de formación y ayuda a la mujer embarazada: @2014Criame
Fundación
Chile Unido: @FundaChileUnido
Dos
ejemplos, entre miles, de iniciativas privadas que protegen y apoyan la maternidad.
La
madre Teresa de Calcuta les decía a algunos europeos que le ofrecían ayuda
económica para la India, que no necesitaban ir tan lejos para ayudar porque
tenían muchos necesitados cerca de su propia casa.
Quizá
es el momento de que los países avanzados se fijen en la gravedad de su propia
miseria.
Cifras trágicas
Las cifras precisas del aborto en el mundo son
imposibles de confirmar. Sabemos que los organismos internacionales estiman que
cada año 50 millones de niños no
llegan a ver la luz por causa del aborto; de ellos, la mitad perecen bajo el
amparo de las leyes abortivas.
Los datos también indican que unas veinte mil
mujeres pueden fallecer en el mundo por las consecuencias negativas que para la
salud de la madre se derivan del aborto. En
Europa se producen anualmente 13 millones de abortos. Es la cifra más alta
de causas de defunción en Europa.
En los países del área desarrollada diversos
trabajos indican que el 22% de los abortos se producen por razones
socioeconómicas, el 14% por razones familiares y el 52% por causas sociales.
¿Qué significa esto? Que el 88% de los
abortos que se producen podrían ser evitados con una acción más decidida de
los poderes públicos y más comprometida de los privados.
¿Y cómo se evalúa el trauma
sicológico de esos millones de mujeres que han abortado?: un estudio realizado
en Alemania indica que el 52% de las madres que han abortado se sienten mal
cuando se recuerda el hecho; un 70% de las mujeres que abortan sufren, a lo
largo de su vida, con la idea de lo que habría sido de ese niño si ellas no
hubiesen abortado.
Occidente se suicida
Resulta,
entonces, que los países avanzados, tienen un gravísimo problema en su propia
casa: más de 13 millones de vidas se sacrifican anualmente, que son los niños
abortados.
Mientras
tanto, la naturaleza se encarga de “pasar factura” con el envejecimiento de la
población provocado por una tasa de natalidad que no equilibra la de mortandad,
y que genera el riesgo para las pensiones de la tercera edad y el aumento de
millones de emigrantes.
“No al aborto”, no es suficiente
El
empeño de los defensores de la vida está siendo muy fuerte y se han perdido
muchas batallas pero, todavía quedan muchos países en los que se puede
conseguir una legislación contra el aborto.
Es
muy necesario que las legislaciones reflejen una cultura de defensa de la vida
pero, por desgracia, aún en los países
con fuertes restricciones al aborto, el número de abortos, también es muy
elevado.
Tanto los países desarrollados como los en vías de desarrollo
pueden tener
bajas tasas de aborto. Sin embargo, la mayoría de
los países registran tasas de aborto entre moderadas y elevadas. Las
restricciones legales severas no garantizan una baja tasa de aborto. (¡ojo,
hablamos de bajas tasas que son millones de víctimas!).
Las leyes pro o contra el aborto, solamente amortiguan un poco la
tragedia.
Aunque la batalla legal esté perdida, la batalla a favor de la vida no
podemos abandonarla.
Cuando
planteamos el “no al aborto” y damos
la expresión positiva “si a la vida”,
tenemos que tener claro lo que queremos decir con eso y conocer el alcance de
esa expresión, que no es simplemente una fórmula acertada de marketing para
defender al no nacido: es eso y mucho más.
Cuando
decimos “si a la vida” estamos hablando de la vida del no nacido, la vida del
embrión con enfermedades o malformaciones pero, también, de la vida de los adolescentes irresponsables,
la vida de la mujer violada, la vida de la mujer con un hijo no deseado. Todas esas son las vidas que nos interesan.
Son vidas con muchos problemas; muchas de esas vidas son heroicas cuando
defienden al no nacido. Sobre los hombros de esas mujeres y esos niños recae el
peso de una decisión que les va a acompañar siempre y que, en muchos casos, les
supera.
Cuando
decimos “si a la vida”, no estamos defendiendo un principio ético abstracto,
sino protegiendo vidas humanas. Estamos
diciendo que la vida de esos niños y esas madres, valen la pena, estamos
comprometiéndonos a apoyar a los niños con enfermedades y a las madres con un “grave
problema”, del tipo que sea.
Cuando decimos “si a la vida”, muchas
vidas nos van a costar caras
La
penalización o despenalización del
aborto, si no van acompañadas de otra serie de medidas ineludibles de apoyo
social, médico y económico, son insuficientes y pueden ser injustas.
Ayudas “simbólicas” de apoyo a la
maternidad.
En
algunos países, como se hizo en España, se destinaron “pequeñas ayudas” económicas
a la maternidad, que han sido más “oportunismo político” que verdaderas ayudas. Medidas similares se
han aplicado en Polonia, Hungría y Rusia pero, son totalmente insuficientes.
La
sociedad debe apoyar generosamente, heroicamente, a esas personas con medidas de
acompañamiento, por costosas que sean. Salvar
vidas es más urgente que promover el desarrollo, por eso muchas
instituciones privadas podrían
reorientar sus programas hacia “la protección de la maternidad”.
Precisamente
porque las instituciones públicas de cooperación van en sentido contrario y sus
prioridades están en eliminación de la familia y de la vida del embrión y apoyo
a la cultura de género. Por no mencionar la promoción de la eutanasia. Actualmente
no podemos esperar nada de las ayudas públicas para la defensa de la vida.
Si los entes públicos no protegen
la maternidad, lo tenemos que hacer los privados.
Hay
una gran vitalidad de movimientos e iniciativas privadas “pro vida” que
advierten el desencanto de la sociedad hacia la “cultura de la muerte”. En
EEUU se detecta un fuerte aumento de
ciudadanos a favor de la vida del no nacido.
Muchas
fundaciones, ong e instituciones de principios cristianos podrían dar un nuevo
enfoque a su “objeto social” y centrarse en la urgencia de apoyar la maternidad
en sus diversos aspectos:
- - Protección a las familias de los niños nacidos con
enfermedades o malformaciones.
- - Protección
de las mujeres violadas, o con hijos no deseados.
- - Programas
de correcta educación sexual a los adolescentes.
- - Difundir
y denunciar las malas prácticas del negocio de órganos de las clínicas
abortistas y de los “vientres de alquiler”.
- - Apoyo a
médicos y enfermeras en la defensa de la “objeción de conciencia”.
- -Gestionar
y agilizar los sistemas de adopción para los casos que lo requieran.
- -Mejoras
en la legislación laboral durante la maternidad.
- -Promover la sinergia entre los miles de webs y
blogs de la red que son decididamente “pro vida”.
Con ese enfoque se pueden salvar
las vidas de millones de niños y madres que están superados por la maternidad. Las
parroquias, lógicamente, tienen un gran
papel a desempeñar en esta tragedia.
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