América Latina y el Caribe
deben realizar una transición profunda hacia la agricultura sostenible.
Recursos naturales: un tesoro en
peligro
Ministros
de agricultura y altas autoridades de la región están reunidos en Lima, Perú,
para fortalecer los esfuerzos regionales de transición hacia una agricultura
plenamente sostenible.
América Latina y el Caribe deben realizar
una transición profunda hacia la agricultura sostenible si quiere erradicar el
hambre y preservar los recursos naturales que sostienen la seguridad
alimentaria para las generaciones presentes y futuras, señaló hoy la FAO.
.
Según la FAO, América Latina y el Caribe aporta alrededor del 10 % de la producción
agrícola mundial, pero enfrenta importantes retos para mejora la
sostenibilidad del sector agrícola.
El encuentro permitirá a los gobiernos
establecer estrategias conjuntas para fomentar el uso sostenible de los recursos naturales, enfrentar el cambio
climático y la gestión de riesgos de desastres.
Objetivos de Desarrollo Sostenible
El objetivo 12 de los Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ODS) promueve el consumo y la producción sostenible.
Para el sector agrícola esto sólo será posible a través de una agricultura sostenible que permita un
desarrollo rural socio-económico inclusivo, utilizando los recursos
naturales de manera sostenible.
La agricultura sostenible conserva la
tierra, el agua y los recursos genéticos vegetales y animales, no degrada el
ambiente y es técnicamente apropiada, económicamente viable y socialmente
aceptable.
Retos para alcanzar la agricultura
sostenible
Cada año la región pierde o desperdicia
aproximadamente el 34 % de sus alimentos, suficientes para alimentar al 37% de
las casi 800 millones de personas que sufren hambre en todo el mundo.
En
promedio, cada día hasta 348 mil toneladas de alimentos acaban en los basureros
de la región.
Recursos naturales: un tesoro en
peligro
América Latina y el Caribe es también una
de las más ricas del mundo en términos de recursos naturales. Con sólo el 8 %
de la población global, posee el 23 % de las tierras potencialmente cultivables
y el 12% de las tierras actualmente cultivadas.
Sin embargo, la rápida explotación de
minerales, gas, bosques y pasturas está produciendo cambios dramáticos en el
uso de la tierra y la degradación de los suelos de la región:
actualmente, la región sufre el 14% de la degradación mundial de suelos, cifra
que alcanza el 26 % para Mesoamérica.
Según la FAO, las tres amenazas más importantes
para los suelos de América Latina y el Caribe son la erosión, la pérdida de
carbono orgánico y la salinización.
Si bien la deforestación ha disminuido en
las últimas décadas, la región aún tiene la segunda tasa más alta a nivel
mundial, y cada año más de dos millones de hectáreas de bosques se pierden.
En cuanto al agua, si bien América Latina y
el Caribe recibe el 29% de las precipitaciones del planeta, también posee los
lugares más áridos del mundo y en las últimas tres décadas la extracción de agua
se ha duplicado en la región con un ritmo muy superior al promedio mundial, la
mayor parte de la cual se utiliza en agricultura.
Cinco
principios para la agricultura sostenible
Según la FAO, el primer principio para la
agricultura sostenible es el uso más eficiente de los recursos. Básicamente,
hacer más con menos.
El segundo principio se refiere a la
necesidad de acciones directas para conservar, proteger y mejorar los recursos
naturales.
Los gobiernos deben apoyar a sus
poblaciones mediante políticas agroambientales y ordenamiento territorial
rural, agroecología y modelos alternativos de desarrollo rural sostenible,
incentivando la recuperación de áreas degradadas.
El tercer principio postulado por la FAO se
refiere a la necesidad de que la agricultura proteja los medios de
subsistencias rurales y mejore la equidad y el bienestar rural.
Esto se puede lograr fortaleciendo la
agricultura familiar, el desarrollo forestal comunitario y la pesca y
acuicultura de recursos limitados. También se debe fomentar el empleo decente
agropecuario y generar oportunidades laborales para jóvenes y mujeres rurales.
El cuarto principio se refiere a la
necesidad de aumentar la resiliencia de las personas, las comunidades y los
sistemas agroalimentarios.
La resiliencia es un factor clave de la
sostenibilidad; es la capacidad de un sistema de prever, absorber y responder a
los efectos de un fenómeno peligroso y recuperarse en forma oportuna.
Lo anterior se puede lograr mediante
sistemas de extensión rural y buenas prácticas para la reducción del riesgo de
desastres y adaptación al cambio climático, y con la generación y acceso a
información agroclimática.
Por último, la FAO señala que una
alimentación y agricultura sostenibles requieren mecanismos de gobernanza
responsables y eficaces.
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