Minorías
extremistas islámicas en Inglaterra y USA imponen su cultura, enfrentándose a las
costumbres cristianas.
Pretenden
que las iglesias estén calladas, aunque no superen el ruido autorizado.
Según
informa el Centro Jurídico Cristiano, una organización inglesa
para la defensa de los cristianos en la vida pública, algunos grupos islámicos
se hacen intolerantes, incluso, dentro de la civilización cristiana.
Inglaterra, un país
cristiano desde antes de la Edad Media. Cristiano en sus piedras, iglesias e
incluso instituciones, pero cada vez menos en sus personas. El 12,4% de los
habitantes de Londres es musulmán. Y la población islámica creció desde
1,5 millones en 2001 a 2,7 en 2011.
El 12’4% de los habitantes de Londres es musulmán
y el porcentaje de islámicos ha llegado
al 5% en Inglaterra y Gales.
El número de
cristianos baja, el de musulmanes aumenta. Y los más radicales de éstos últimos
no se limitan a convivir sino que tratan de imponer sus costumbres silenciando
a la religión cristiana.
Y han llevado su
pulso contra un viejo país cristiano al extremo de prohibir sus campanas. En
barrios enteros de ciudades inglesas solo impera la ley islámica.
Los cristianos en
Inglaterra se encuentran bajo un ataque constante. Sus detractores son los
musulmanes radicales, quienes con sus denuncias han logrado que varias iglesias
locales no puedan hacer sonar las campanas el domingo y tampoco
puedan entonar cánticos de alabanza a Dios al considerarlos una
falta de respeto a otras comunidades.
El Centro
Jurídico Cristiano ha
denunciado los problemas que están teniendo varias iglesias británicas por
las denuncias de vecinos musulmanes para que no emitan ningún tipo de sonido en
los cultos de los domingos.
El caso más
reciente ha sido en la iglesia ‘All Nation Centre‘ situada en el
barrio de Kensington (Londres) cuando varios vecinos musulmanes se
quejaron del ruido que provenía de la iglesia por lo que demandaban que “se
silenciara de manera inmediata porque no se respetaba el resto
de costumbres de los vecinos no cristianos”.
“Lo que
realmente está pasando es la acción de los radicales para tratar de restringir
la libertad de expresión y la libertad cristiana en este país. Haremos todo lo que podamos en el Centro
Jurídico Cristiano para defender a los cristianos ante tal discriminación”.
El número de
iglesias denunciadas que acuden a la organización va en aumento y confirma que
la mayoría de las denuncias proceden de vecinos musulmanes que quieren cerrar las iglesias cristianas con
el pretexto de que “hacen ruido”.
El problema no
radica sólo en el crecimiento de mahometanos, procedentes de la
inmigración de países como Pakistán, sino sobre todo en que éstos no se
integran en la sociedad británica y apuestan por el radicalismo. Hay barrios
enteros en ciudades de Inglaterra donde la policía no se atreve a entrar, porque
lo que impera no son las leyes del país, sino la sharia o ley islámica.
Algunas iglesias, también, silenciadas de EE.UU
Pero el Reino Unido
no es un caso único. Los musulmanes también presionan a templos cristianos en
EEUU. La “batalla del ruido” ha llegado también a las iglesias norteamericanas.
En Phoenix, en el
estado de Arizona, la iglesia ‘Christ the King’ emprendió acciones
legales después de que su reverendo Rick Painter, fuera declarado culpable y condenado a tres
años de libertad condicional y 10 días de prisión por hacer sonar
campanas con un programa electrónico.
La denuncia la
presentó también un vecino musulmán, y Painter fue condenado.
Paradójicamente
se aprobaba el circuito diario de los camiones de helado por la ciudad, que llevan música incorporada, y sin
embargo nadie protestó por ello.
La organización
cristiana Alianza de la
Defensa para la Libertad ha
denunciado la discriminación que están sufriendo las iglesias en Europa y
Estados Unidos para que se “mantengan calladas”.
“Las iglesias no
pueden ser castigadas por hacer sonar sus campanas- afirma el abogado de la
organización, Erik Stanley- la ley está siendo muy abusiva para
silenciar a las iglesias, que las campanas suenen o que se cante ha sido una
tradición a lo largo de la historia y está claro que no se supera el nivel de
ruido permitido, si se compara con los locales nocturnos o
incluso con el camión de los helados que pasa todos los días”.
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