El
arte, una forma de manifestar la verdad
La belleza de la
verdad ha inspirado a muchos artistas porque fue Dios quien creó la belleza.
Dios, Jesucristo,
la verdad, los santos,… por la belleza que poseen y reflejan han sido la fuente de inspiración de muchos
artistas en música, pintura, arquitectura, escultura, literatura, poesía,
fotografía, cine, teatro,…
El arte es un valor humano en sí, que se siente
atraído por la verdad completa del hombre, que alcanza su dimensión
trascendente y espiritual. Todas las religiones han inspirado artistas. El arte
de todos los tiempos está repleto de obras maestras cristianas, es decir,
inspiradas en la verdad que Cristo nos ha revelado que se añade a la atractiva
verdad natural con que Dios nos creó.
El Catecismo, curiosamente, habla del arte dentro
de los capítulos dedicados a la verdad,
en concreto el capítulo VI se denomina “Verdad, belleza y arte sacro”, del que seleccionamos algunos
textos:
2500 La práctica del bien va acompañada de un
placer espiritual gratuito y de belleza moral. De igual modo, la verdad entraña
el gozo y el esplendor de la belleza espiritual. La verdad es bella por sí misma. La verdad de la palabra, expresión
racional del conocimiento de la realidad creada e increada, es necesaria al
hombre dotado de inteligencia, pero la verdad puede también encontrar otras
formas de expresión humana, complementarias, sobre todo cuando se trata de
evocar lo que ella entraña de indecible, las profundidades del corazón humano,
las elevaciones del alma, el Misterio de Dios. Antes de revelarse al hombre en
palabras de verdad, Dios se revela a él,
mediante el lenguaje universal de la Creación, obra de su Palabra, de su
Sabiduría: el orden y la armonía del cosmos, que percibe tanto el niño como el
hombre de ciencia, “pues por la grandeza y hermosura de las criaturas se llega,
por analogía, a contemplar a su Autor” (Sb 13, 5), “pues fue el Autor mismo de la belleza quien las creó” (Sb 13, 3).
2501 El hombre, “creado a imagen de Dios” (Gn 1, 26), expresa también la verdad de
su relación con Dios Creador mediante la belleza de sus obras artísticas. El arte,
en efecto, es una forma de expresión propiamente humana; por encima de la
satisfacción de las necesidades vitales, común a todas las criaturas vivas, el
arte es una sobreabundancia gratuita de la riqueza interior del ser humano.
Este brota de un talento concedido por el Creador y del esfuerzo del hombre, y
es un género de sabiduría práctica, que une conocimiento y habilidad (cf Sb 7, 16-17) para dar forma a la verdad
de una realidad en lenguaje accesible a la vista y al oído. El arte entraña así cierta semejanza con la
actividad de Dios en la creación, en la medida en que se inspira en la
verdad y el amor de los seres. Como cualquier otra actividad humana, el arte no
tiene en sí mismo su fin absoluto, sino que está ordenado y se ennoblece por el
fin último del hombre.
2502 El arte sacro es verdadero y bello cuando
corresponde por su forma a su vocación propia: evocar y glorificar, en la fe y
la adoración, el Misterio trascendente de Dios, Belleza sobreeminente e
invisible de Verdad y de Amor, manifestado en Cristo,... El arte sacro verdadero lleva al hombre a la adoración, a la
oración y al amor de Dios Creador y Salvador, Santo y Santificador.
2503 Por eso los obispos deben personalmente o
por delegación vigilar y promover el arte sacro antiguo y nuevo en todas sus
formas, y apartar con la misma
atención religiosa de la liturgia y de los edificios de culto todo lo que no está de acuerdo con la
verdad de la fe y la auténtica belleza del arte sacro.
Y en el Capítulo II, hablando de la
liturgia, nos habla de la música sacra:
«El que canta, reza dos veces» (San
Agustín).
Canto
y música
En los Evangelios de Mateo 26:30 y Marcos 14:26 dicen que Jesús junto a sus discípulos entonaron
un himno antes de que él se entregara para ser crucificado, por medio de Judas. El apóstol Pablo en Efesios 5:19 exhorta
a la iglesia de Éfeso a entonar
salmos, himnos y canciones
espirituales al Señor. En la Epístola a los colosenses 3:16 el
mismo Pablo urge a la iglesia de Colosas para enseñar y amonestarse unos a
otros, con himnos y cantos espirituales.
1156 "La tradición musical de la Iglesia
universal constituye un tesoro de valor inestimable que sobresale entre las
demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a
las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la liturgia
solemne". La composición y el canto de salmos inspirados, con frecuencia
acompañados de instrumentos musicales, estaban ya estrechamente ligados a las
celebraciones litúrgicas de la Antigua Alianza.
1157 El canto y la música cumplen su función de
signos de una manera tanto más significativa cuanto "más estrechamente
estén vinculadas a la acción litúrgica", según tres criterios principales:
la belleza expresiva de la oración, la
participación unánime de la asamblea en los momentos previstos y el carácter solemne
de la celebración.
1158 La armonía de los signos (canto, música,
palabras y acciones) es tanto más expresiva y fecunda cuanto más se expresa en
la riqueza cultural propia del pueblo de Dios que celebra.
Por eso "foméntese con empeño el
canto religioso popular, de modo que en los ejercicios piadosos y sagrados
y en las mismas acciones litúrgicas", conforme a las normas de la Iglesia
"resuenen las voces de los fieles". Pero "los textos destinados
al canto sagrado deben estar de acuerdo con la doctrina católica; más aún, deben tomase principalmente de la Sagrada
Escritura y de las fuentes litúrgicas".
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