Viajero. Economista. Publicista. Gestión de Centros de Enseñanza y Fundaciones. Aprendiz de Escritor. Soñador.
Cervantes no era homosexual
No, Don Miguel de Cervantes no era gay, homosexual o
como quieran decir. Tuvo mujer y amante, femeninas ambas y con descendencia.
Venir a crear esa fantasía desde la frustración de los que fermentan su deseo hacía quien ni en sueños podrían conquistar, como oscuro fundamento de una película que por muy bien que pueda rodarse y por mucha pasta de la que haya podido ser beneficiaria, solo puede ser el reflejo de un sectarismo enfermizo que se prodiga al amparo de la subvención y del sol que más calienta; siendo sólo una muestra màs de la falsedad que impera y que a mí, desde luego, no va a moverme hacia la butaca.
Puestos a transgredir y basados en sus propias manifestaciones, hechos reales e investigaciones rigurosas; el cineasta podría haber desarrollado su talento haciendo un filme sobre el desprecio y abandono de Pablo Neruda hacia su hija discapacitada, la boda de Antonio Machado con una niña de 15 años cuando él tenía treinta y tantos, la crueldad del Che Guevara hacia los homosexuales o las peripecias del tesoro del "Vita" fruto de los saqueos que Indalecio Prieto hizo desaparecer por arte de birli birloque en ese México donde ni Troski pudo vivir seguro, por citar sólo alguna de las historias que nunca serán llevadas al celuloide al apartarse de la narrativa y de la consiguiente inyección monetaria.
Dicho esto, sólo me queda honrar en la medida de mis
humildes posibilidades, la memoria del escritor más universal que, además, es
mi paisano.
UN CERVANTES QUEER: OPERACIÓN CULTURAL
Resulta que Miguel de Cervantes,
soldado de Lepanto, cautivo en Argel, funcionario mediocre y escritor inmortal,
no sólo inventó la novela moderna: también, según las nuevas luminarias del
revisionismo cultural, fue un icono queer avant la
lettre.
¿Las pruebas? Ninguna. ¿Los
indicios? Menos todavía. Pero eso da igual: hoy la verdad historia no se
estudia, se tunea y se impone. Pero el negocio está claro: no se trata de mostrar al Cervantes que fue, sino al que
conviene.
Uno que se ajuste a los cánones ideológicos del presente, donde todo
histórico debe ser deconstruido y rearmado al gusto del consumidor. A este paso
tendremos un "Cervantes republicano", un "Cervantes
feminista", un "Cervantes vegano" un "Cervantes queer"...
y un "Cervantes influencer". Lo trágico no es la ficción, que es
legítima; lo trágico es el camuflaje.
Porque al final, por muy bien hecha
que esté la película, esta operación no es arte, es ideología disfrazada de
biografía.
Una apropiación cultural de
manual: convertir al manco de Lepanto en bandera de causas ajenas. Y todo ello
en nombre de una “verdad alternativa” que no resiste ni el archivo parroquial
más polvoriento.
Visto lo cual, Sancho podría acabar diciendo: Señor,
a este paso también dirán que yo soy no binario y Rocinante, pansexual.
Lo dicho. Se trata de una operación política y cultural, más que
histórica o filológica. Es lo que
vende
JOSÉ de SAN MARTÍN, El MASÓN al servicio de INGLATERRA que destruyó Hispanoamérica