Elevó el salario de sus empleados



Elevó el salario de sus empleados
 y despierta un debate en la opinión pública.
Tomó la decisión de apretarse el cinturón, 
reducir sus beneficios y elevar el salario 
de los 120 trabajadores bajo su mando.
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Cuando Dan Price se sentó a escuchar sobre las vicisitudes de un amigo al que se le hacía muy difícil pagar las facturas del alquiler y de los préstamos estudiantiles con tan solo un salario anual de 40.000 dólares, cayó en la cuenta de que eso mismo les podía estar ocurriendo a los empleados de su empresa.
Fue entonces que este CEO de 31 años de edad, a cargo de Gravity Payments, una empresa dedicada al procesamiento de tarjetas de crédito para pequeños negocios y empresarios en Seattle, tomó la decisión de apretarse el cinturón, reducir sus beneficios y elevar el salario de los 120 trabajadores bajo su mando.
A partir del pasado mes de abril, cuando Price anunció la buena nueva a sus empleados, la vida de estos empezó a cambiar. Pero a la vez la vida del empresario visto por algunos como un buen samaritano lo conduce por nuevos y sorprendentes caminos.
Si bien su proyecto consiste en darse un lapso de tres años para ir subiendo los salarios de sus empleados, de los 48.000 dólares anuales que ahora mismo cobran hasta unos 70.000 con los que, en teoría, todos alcanzarían la felicidad, lo cierto es que no pocos escollos se han estado asomando en su camino.
Invitado por todos los espacios televisivos posibles, entrevistado en revistas y periódicos de largas tiradas, observado con lupa por profesores de Harvard, envidiado por otros, Dan Price asegura que en ningún momento se imaginó avivando las llamas del clamor político contra los salarios bajos, ni mucho menos haciendo notar la brecha cada vez más notable entre ricos y pobres.
Su único objetivo, confiesa, era mejorarles la vida a sus 120 trabajadores. Y de paso, claro, hacerse un poco de publicidad.
A pesar de su particular intento de ayudar a la felicidad de sus empleados, lo primero que le ocurrió a Price fue verse sometido a una avalancha de solicitudes de empleo, llamadas telefónicas, y correos electrónicos que, como era de esperar, no pudo ni siquiera atender. 
Por otro lado, algunos de sus clientes, golpeados por lo que consideraban una declaración política, prefirieron dejar de contar con sus servicios. Curiosamente, otros nuevos optaron por firmar contratos con Gravity Payments, lo que ha obligado a Price a contratar algunos empleados extras, con salarios muy por encima de los de la media en el mismo sector.
El golpe más duro, sin embargo, vino cuando su propio hermano Lucas, cofundador de la compañía aunque desconectado totalmente de su gestión, interpuso una demanda judicial contra Dan y ahora le exige que le compre sus partes por una suma desorbitada.
"Me preocupa cómo esto va a afectar a otras empresas", declaró  Steve Duffield, jefe ejecutivo de la Corporación DACO. “Todo el mundo puede tener los mismos derechos, pero no igual talento o motivación”, puntualizó Roger Reynolds, copropietario de una empresa de gestión de patrimonio. "Creo que Price está tratando de aplicar algunas creencias políticas sobre la compensación en los lugares de trabajo."
Sin embargo, Price persiste: "La desigualdad de ingresos ha estado corriendo en la dirección equivocada", afirma. "Quiero luchar por la idea de que si alguien es inteligente, trabajador y hace un buen trabajo, entonces que tenga derecho a vivir un estilo de vida de clase media."
De manera que con estos vientos adversos tiene que lidiar este atrevido CEO. Algunos hasta lo acusan de comunista; otros insisten en que se trata de una meticulosa operación de marketing.
Mientras, no pocos de los empleados de Gravity Payments continúan expresando su estupefacción, aunque también reconocen que una gran presión ha venido a caer sobre sus espaldas.

"¿Estoy haciendo mi trabajo lo suficientemente bien como para merecer esto?", se pregunta Stephanie Brooks, de 23 años, quien se incorporó a Gravity Payments como asistente administrativa justo dos meses antes de que Dan Price anunciara la llegada de la felicidad.

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