Los errores de los libertadores de Hispanoamèrica




Los errores de los libertadores de Hispanoamèrica

Luis Pinilla  · 

Resulta muy fácil atribuir a otros el origen de nuestras propias y muy lamentables desgracias; es fácil y es humano, aunque sea un error. En otros casos no es así, hay una voluntad ajena que se perfila y se dibuja nítida, provocadora de nuestros elocuentes desastres.

 Si el origen de gran parte de los desbarajustes y del hundimiento generalizado radica en personajes que hemos idealizado, aún resulta más arduo emitir una valoración objetiva y desapasionada de los hechos históricos. Se presenta en esas condiciones una tarea titánica para perforar la capa que nos separa de la veracidad, porque resulta arduo tener que rebajar a un ídolo elevado por la tradición y por el ámbito cultural al que pertenecemos.

Permanece una consideración oficial para los llamados "libertadores" de Hispanoamérica, en cuanto son reconocidos simbólicamente en diversos países y latitudes, en cuanto constituyen una seña de identidad nacional, en cuanto se fusionan con el pueblo y con la historia de una nación de un modo representativo.

Ahora bien, habrá que señalar, asimismo, con el mayor propósito de objetividad los desaciertos que cometieron; y las tremendas y, tal vez, irreversibles repercusiones históricas reales y palpables que de ellos se han derivado, y que continúan derivándose en la actualidad. No es asunto baladí, sino un grave, patente y mayestático asunto.

Sin entrar en otras cuestiones, el cardinal y descomunal error de los "libertadores" fue recibir un territorio inmenso, unido y coordinado, y fragmentarlo pavorosamente. Cabe preguntarse: ¿Tenían en mente cómo se organizarían con efectividad tras la emancipación? ¿Había líderes rigurosos y élites intelectuales avanzadas y preclaras que marcaran el paso histórico firme y apreciable a seguir? ¿Se puso en el más alto pedestal el valor del bien común y el proyecto de un próspero futuro compartido ante los desafíos que habría que enfrentar?

Si los libertadores disgregadores hubieran diseñado unos Estados Unidos Hispanoamericanos, bien organizados –pues en sus manos estaba recomponer y moldear aquel vasto territorio–, modernos y con vocación de crecimiento, con gran probabilidad se hubieran convertido en la primera potencia mundial, y lo serían en la actualidad, en vez de los Estados Unidos de América.

 Los estadounidenses no se hubieran atrevido a tocar Texas, pues hubieran llegado ejércitos de toda Hispanoamérica y los hubieran hecho replegarse quizás hasta Alabama, o más hacia la costa atlántica. A México no le hubieran arrebatado California, Nevada, Utah, Colorado, Arizona, Nuevo México y Texas, el 55% de su suelo patrio; aproximadamente 2,4 millones de km² de territorio –la mayor y más rauda anexión territorial de la historia mundial sobre una nación– con enormes riquezas naturales y de envidiable posición geoestratégica.

 Los libertadores disgregadores fueron, en gran medida, una élite aristocrática que empujó a las masas hacia un vacío de poder; vacío de poder que ocuparían ellos mismos como nuevos interesados virreyes de sus propias taifas. Su vinculación con los poderes anglosajones fue palmaria. Los descendientes históricos de gran parte de aquellos libertadores disgregadores son las oligarquías dominantes –en muchos casos corruptas– en los países hispanoamericanos que, al igual que aquellos, tienden a vincularse con el poder económico y político anglosajón.

 Frente a esas oligarquías tampoco se han levantado movimientos políticos recios que fijen la auténtica liberación de las limitaciones de esos territorios en la creación de una federación hispanoamericana; con un espacio económico común, con instituciones comunes que aboguen por la modernización económica y política, con leyes que establezcan cohesión y paz sociales.

 Aquellos "libertadores", con sus acciones, decantaron la historia mundial del siglo XIX, del XX y, probablemente, del XXI.

De manera desapasionada y con la aportación de datos fehacientes hemos de constatar, asimismo, sus ciclópeos errores; y determinar que en ellos se aloja el origen de gran parte de las dramáticas penalidades acaecidas en la historia y vividas en la actualidad en las naciones hispanoamericanas.

Sin embargo, resulta más cómodo y rentable –para tapar la propia degradación– imputar con iniquidad a España, a otros, las calamidades, descalabros y desastres consumados.

 




 

No hay comentarios:

Publicar un comentario