Centroamérica: narcotráfico y corrupción al poder



Centroamérica: narcotráfico y corrupción al poder
Increíble: en Honduras se pagará bono a los alcaldes que no roben.
Como un acto inmoral y contradictorio al combate de la corrupción, se anunció hace ya dos años que en Honduras los alcaldes de las corporaciones municipales recibirán un pago en recompensa por no robar o por no involucrarse en el crimen organizado.
La inusual transacción fue anunciada por el presidente de la Asociación de Municipios de Honduras (AHMON), Nery Cerrato, quien precisó que se trata de una pensión anual de cien mil lempiras (el equivalente a 4,600 dólares) para los alcaldes que no se dejen “tentar” por el robo de fondos de las municipalidades o por entrar en el crimen organizado.
Actualmente el principal problema que aqueja a Honduras y responsable de la pobreza, es la corrupción que ha penetrado a todos los estamentos de la sociedad.
A raíz del colosal robo de más de 7,000 millones de lempiras (unos 350 millones de dólares) del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), los ciudadanos salieron a las calles entre mayo y agosto de 2015 a exigir la instalación de la Comisión Internacional contra la Corrupción e Impunidad Honduras (CICIH).

El problema no está sólo en EE.UU, donde los mayores de 12 años que consume drogas aumentaron de 5.8% en 1991-93 a 8,9% en el 2008. 

O en  México, donde la guerra contra las drogas causó la muerte de más de 50.000 personas en los últimos 5 años.

Los países que comenzaron siendo meros intermediarios de tránsito de drogas, como era de prever, terminaron siendo excelentes consumidores


La anterior alarma la despertó el inaudito aumento de la violencia en Costa Rica, antes un oasis de paz en la región.

Más poderoso que los Estados centroamericanos, el narcotráfico avanza no solo aumentando la oferta de estupefacientes en los países de la región, sino permeando las instituciones con el poder de su dinero y generando una creciente cultura de violencia que hace irrisorio proclamar que en Centroamérica no existe la pena de muerte. Sí existe pero,  no administrada por  la Justicia institucionalizada, sino por los capos mafiosos, que señalan quienes deben ser ejecutados.

El problema ya era endémico en Guatemala, El Salvador y Honduras, y ahora es también, en  la alguna vez llamada la "Suiza Centroamericana", donde -pese a las declaraciones de las autoridades de que tienen el control de la situación- las ejecuciones callejeras aumentan continuamente y se espera terminar el 2015 con alrededor de 530 asesinatos.
En estos días, en República Dominicana se celebran juicios contra seis jueces  (ha leído bien: jueces), acusados de complicidad, por admisión de sobornos en 15 casos de narcotráfico y blanqueo de dinero.

El narcotráfico y la violencia asociada cambian cultura y modos tradicionales de vivir. Los nacidos en la pobreza tienen en la integración a las bandas criminales un modo de obtener sentido de pertenencia y de algún bienestar económico, aún con grave riesgo de morir en el intento.

Mientras se pretenda combatir el narcotráfico como se ha hecho hasta ahora, continuará degradándose la paz en los países centroamericanos -que constituyen la ruta esencial de las drogas para su llegada a su mayor mercado consumidor, los Estados Unidos- y llegará el momento de que estará amenazada su condición de sociedades democráticas.



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