Intransigencia LGTB


Intransigencia en el siglo XXI: Observatorios contra la homofobia.

Por fundamentalismo, en un sentido general, se entiende la corriente de pensamiento que promueve el sometimiento absoluto a determinada doctrina o práctica de manera intransigente.

Además, los fundamentalismos, suelen basar sus creencias en principios no científicos.
Las teorías LGTB, bajo el paraguas de la llamada “cultura de género” por mucho apoyo político que tengan, tienen, sin embargo en contra, no solamente a la gran mayoría de la sociedad, sino a la comunidad científica.

Hablando de disforia de género (término médico de la homosexualidad) y los tratamientos de reasignación de sexo mediante supresión hormonal o intervenciones quirúrgicas, tres científicos de primer nivel expertos en la materia en un reciente artículo publicado en The New Atlantis: "Growing Pains. Problems with Puberty Suppression in Treating Gender Dysphoria  (Problemas con la supresión de la pubertad en el tratamiento de la disforia de género), han demostrado que ese tipo de tratamientos no generan ninguna mejora en los pacientes.

Se trata de tres médicos: Paul W. Hruz, pediatra y profesor de Endocrinología y Fisiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis; Lawrence S. Mayer, psiquiatra en la Facultad de Medicina del hospital Johns Hopkins y de informática biomédica en la Clínica Mayo; y Paul R. McHugh, que fue durante 26 años jefe del departamento de Psiquiatría del Hospital Johns Hopkins.

La Iglesia Católica reclama absoluto respeto  hacia las personas homosexuales y rechaza la práctica de la homosexualidad, por ser contraria a la naturaleza humana. Ver los puntos 2357 al 2359   del Catecismo de la Iglesia Católica, en los que se puede descubrir un modelo de respeto hacia los homosexuales a los que propone la continencia. Además la Iglesia expone y propone, pero no impone, ni obliga.

La cultura LGTB, sin embargo, no permite desacuerdo en sus principios y las legislaciones al respecto; no permite ni siquiera manifestar una opinión contraria a la suya. Es decir, es intransigente, intolerante.

La “cultura de género” en las legislaciones internacionales, nacionales y autonómicas (en España) impone a la sociedad, a los colegios y a los padres sus contenidos educativos sexuales, con la fuerza de la ley, es decir, como la inquisición en sus mejores momentos.  
Los siglos en los que la cultura de la sociedad era intolerante dieron lugar a la inquisición tanto católica como protestante, al racismo y  a la ley seca contra el alcohol en Estados Unidos, a la cultura machista que no permitía ni el voto femenino,…. 

Suponíamos que la democracia había eliminado la intolerancia pero, por desgracia no es así, sino que se han encontrado formas de disfrazar la intransigencia. Señalamos a los islámicos radicales como intolerantes religiosos pero, no nos asombra la persecución religiosa, sobre todo contra cristianos, en muchos países. Y nos parece “políticamente correcto” imponer a los cristianos, y al resto de la sociedad,  la cultura LGTB y su compañera la llamada “cultura de género”.

Los fundamentalistas homosexuales han pasado de pedir el debido respeto a imponer sus puntos de vista y normas al 99% restante de la sociedad. Hay que saber que no todos los homosexuales apoyan al grupo de presión LGTB.

Los cristianos, en la moderna Europa, civilizada y democrática, ni siquiera pueden manifestarse en contra.

Veamos  casos completamente actuales en España que nos informa “Religión en Libertad”:
“Al Padre Custodio Ballester, párroco de la parroquia de la Inmaculada Concepción de Hospitalet de Llobregat, la Generalidad de Cataluña ha abierto un expediente sancionador y ha lanzado a la Fiscalía de Delitos de Odio contra él por expresar su opinión respecto a la homosexualidad.

Hace unos días, un cardenal y un obispo aparecían en un cartel pornográfico por sus opiniones contrarias a la ideología de género. Nadie levantó la voz para  denunciar la humillación por delito de odio.

Ahora un organismo más propio de regímenes autoritarios, el llamado Observatorio contra la Homofobia de Cataluña, condena las palabras del Padre Custodio y todos en masa (Gobiernos, políticos y medios de comunicación de la mano) se unen para atacarle.
Si un ciudadano no puede ejercer su libertad de expresión y un sacerdote o un pastor no pueden comunicar la doctrina cristiana a sus feligreses, ¿en qué clase de sociedad libre, tolerante y plural vivimos?

La caza de brujas contra los pastores, sacerdotes y obispos que se atreven a criticar la ideología de género es ya una ofensiva perfectamente coordinada cuyo objetivo es acabar con un sólido reducto de libertad de conciencia que queda fuera de la órbita del poder.

Estas semanas, alentado por los fastos del "orgullo" LGTBI, estamos asistiendo a un incremento de los ataques a los creyentes y sus representantes: pintadas ofensivas en templos, profanaciones, burlas, carteles obscenos ridiculizando a los obispos, ataques furibundos llenos de desprecio.

El modus operandi es siempre el mismo: los grupos LGTBI marcan la pieza a batir, los medios de comunicación se ceban con la presa y la Justicia actúa gracias a las leyes represivas que políticos rendidos al carnaval adoctrinador han aprobado en diferentes ámbitos políticos”.

Pero la naturaleza es inquebrantable y, con el paso de no muchos años, Occidente sufrirá las consecuencias de atentar contra la integridad de la persona (en la sexualidad y la libertad de expresión)  y tendrá que dar marcha atrás, eso sí, habiendo dejado dolorosos errores en el camino. De la misma manera que la política antinatalista de las últimas décadas está generando el empobrecimiento cultural y económico de los países occidentales.
Con nuestro mejor respeto hacia las personas homosexuales. 

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