Conferencia
Episcopal Dominicana:
la corrupción adquiere niveles indecibles
Lo
inquietante, lo desgarrador,
es cuando la corrupción se torna “cultura”.
La sociedad dominicana levantó, desde hace unas
semanas, su alerta por la cultura de la corrupción ante el caso de los seis jueces que están siendo
sometidos a la justicia por presunta
implicación en aceptación de soborno en temas de narcotráfico y blanqueo de
activos.
Pero, aún en estos días, se espera que salgan a la luz
pública nuevos escándalos en el ejercicio del ministerio judicial.
La Conferencia
Episcopal Dominicana anunció que la corrupción ha tomado niveles
indecibles. Por ello, recuerdan lo que vienen diciendo desde declaraciones
anteriores.
“La corrupción va llegando a adquirir niveles
indecibles. Casi todo lo invade, y lo que es peor, va obteniendo carta de
impunidad y de descaro público”.
“En la administración pública la corrupción es más
execrable, ya que el empleado del Estado es un servidor del pueblo y
administrador de bienes comunes”.
Se refieren a un mensaje emitido el 27 de febrero de
1995, hace 20 años, en el que indicaban que el tema de la corrupción era tan
socorrido que en ese momento no había entrevistador que se les acercara a los
obispos sin que le preguntara sobre la cuestión.
“Corruptos individualmente los va haber siempre, dada
la flaqueza y avaricia humanas. Lo
inquietante, lo desgarrador, es cuando la corrupción se torna “cultura”,
modo común de un pueblo, estilo de vida, de enfrentar la existencia, de
resolver problemas fundamentales.
Recordaban en esa oportunidad a los católicos que: “La
honestidad e integridad es una exigencia de la mera ética natural. Y para los
católicos es además una urgencia ineludible de su fe viva. No se puede ser hijo
de Dios y hermano de los que nos rodean con un corazón corrupto”.
Finalmente, la Conferencia del Episcopado Dominicano
recordó su mensaje emitido el 27 de febrero del presente año, en el que también
hacían referencia a la corrupción:
“La política es vista más como un negocio que como un
servicio al bien común. En este juego sucio de intereses políticos, los únicos
perjudicados son los ciudadanos de la clase media y baja, que son la mayoría de
la población”.
“Más que institucionalización para el bien común, el
Estado se convierte entonces en fuente de inequidad a través de la corrupción,
que se utiliza no sólo para el enriquecimiento personal, sino como una
plataforma de financiamiento de la actividad política”.
“De no castigarse ejemplarmente los casos de
corrupción en el Estado, no se podrá esperar de la mayoría de la población un
uso honesto de los bienes públicos ni una actitud de colaboración en beneficio
de la convivencia ciudadana”.
Los obispos dominicanos respaldan sus reflexiones
sobre la corrupción haciendo acopio a la Bula del papa Francisco “Misericordiae
vultus” (El rostro de la misericordia), en el que alude al tema de la
corrupción e invita a la conversión.
En ese documento de este año, que forma parte del
Magisterio de la Iglesia, el Sumo Pontífice califica a la corrupción como una
“llaga putrefacta de la sociedad”, la cual califica como “un grave pecado que
grita hacia el cielo, pues mina desde sus fundamentos la vida personal y
social”.
El papa Francisco afirma que “la corrupción impide
mirar el futuro con esperanza, porque con su prepotencia y avidez destruye los
proyectos de los débiles y oprime a los más pobres”.
Los integrantes de la Conferencia del Episcopado
Dominicano reafirmaron que la corrupción es producto de la flaqueza y la
avaricia de los seres humanos, por lo que creen que siempre existirá en el país.
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