Trabajo infantil en Guatemala



La infancia perdida de un millón de niños en Guatemala, con alto índice de trabajo infantil.

El 6,3 % de los niños de entre 7 y 14 años realiza algún tipo de actividad económica.

Ruth Noemí Hernández tiene 11 años y desde los 6 se dedica a vender sandías y melones en un puesto del mercado La Terminal de Ciudad de Guatemala. Cuando la mayoría de niños duermen, ella se levanta a las 3.30 horas para ayudar a sus padres en este negocio. Con los ojos somnolientos, llega a las 4 de la madrugada a este laberinto de pasadizos, donde lo primero que hace es separar las frutas defectuosas antes de empezar a ofrecerlas a las miles de personas que acuden cada mañana al centro neurálgico de venta al por mayor de la capital de Guatemala.

Ella es solo una de los 3.000 menores de 14 años que se calcula que trabajan en el mercado más grande de Centroamérica, donde gran cantidad de niños y niñas, algunos de muy corta edad, que ofrecen en plena calle todo tipo de productos; cocinan en los comedores o acarrean pesadas cargas. Todo ello a pesar de que la Ley impide en Guatemala trabajar a los menores de 14 años.

En todo el país, según señala la coordinadora del Programa Educativo del Niño, Niña y Adolescente Trabajador (PENNAT), Lenina García, trabajan un millón de niños, si bien el Ministerio de Empleo reduce esta cifra a 850.000. Así, la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos del Instituto Nacional de Estadística revela que en el país centroamericano el 6,3 % de los niños de entre 7 y 14 años realiza algún tipo de actividad económica.

El trabajo infantil se puede observar en todo el país, incluso en la principal Avenida comercial de la capital, La Sexta, donde ante la pasividad policial, niños y niñas limpian zapatos o venden ropa y golosinas sosteniendo a duras penas el cesto en el que las llevan.

La explicación a esta realidad está en la pobreza que asola Guatemala, tal como explica García, quien recuerda que el 50% de la población es pobre por lo que las familias “no dan abasto para sufragar sus necesidades”, lo que provoca que todos sus miembros, incluidos los niños, salgan a trabajar y a vender de manera informal.
Ello en un contexto en el que, según lamenta la coordinadora de PENNAT, “no hay planificación familiar, ni condiciones de educación, ni de salud, ni de trabajo para la población”, debido a una “ausencia de un Estado y unas instituciones que garanticen los derechos a la gente”.

MENORES TRABAJANDO DESDE LOS 5 AÑOS

Por ello, recalca que es habitual ver en las calles del país a niños y niñas desde los 5 años trabajando para que sus familias puedan “sobrevivir”. “Si son vendedores ambulantes tal vez ganen 30 o 50 quetzales al día (4 o 6,6 dólares), mientras que los que trabajan en comedores a veces ganan entre 500 y 800 quetzales al mes (66,6 y 106 dólares)”, detalla García.

Para lograr que estos menores puedan tener un futuro más esperanzador, PENNAT ofrece formación gratuita a 250 niños y niñas en siete mercados de la capital, que se adapta a sus horarios de trabajo y que les permite lograr la Primaria en solo dos años. Asimismo, esta organización imparte estudios de capacitación técnica en diferentes materias, como diseño gráfico, serigrafía o economía solidaria.

Ello permite que los menores tengan aspiraciones de futuro para que no se limiten a trabajar toda su vida en el mercado. “De mayor me gustaría ser enfermera”, asegura Ruth Noemí Hernández, antes de continuar ayudando a su padre a vender sandías y melones.


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