La
Galería vaticana de los Mapas: una joya del arte cristiano para la humanidad.
El
Director de los Museos vaticanos explica la restauración
La Galería de los Mapas es un pasillo de 120 metros de longitud y seis de
anchura en cuyos muros están dibujados cuarenta mapas de las distintas regiones
y comarcas de Italia, así como sus cuatro puertos principales: Civitavecchia,
Génova, Ancona y Venecia.
Ordenó construirla Gregorio XIII, cuyo ministerio transcurrió
entre los años 1572 y 1585, y las obras fueron dirigidas por el matemático,
cartógrafo y amigo del papa Egnazio Danti, que se dedicó a su realización entre
1581 y 1583.
En el techo, en forma de bóveda de cañón, están representados en barroco
los principales santos de cada región italiana y sus respectivos milagros.
Entre los mapas presentes están los de la isla de Córcega, que pasó a
Francia tras la Revolución de 1789, y Aviñón, propiedad de los papas hasta
finales del siglo XVIII, cuando pasó a formar parte del Estado francés.
El Vaticano ha recuperado su Galería de los Mapas, una de las joyas de
sus Museos que se muestra ahora en todo su esplendor tras un proceso de
restauración "largo y complejo" que ha reparado su frágil estado de
conservación.
El director de los Museos,
Antonio Paolucci, presentó en una rueda de prensa la restauración de la galería,
que ha permanecido entre andamios durante los últimos cuatros años, desde que
el 17 de septiembre de 2012 diera inicio su restauración.
Fue entonces cuando comenzó un proceso de rehabilitación "largo y
complejo, por la fragilidad del espacio, que ha supuesto una inversión de cerca
de dos millones de euros, procedentes de
diversos benefactores estadounidenses”, explicó.
Paolucci señaló que las obras han involucrado a una veintena de expertos
restauradores, entre ellos "un batallón de mujeres".
Por su parte el jefe del equipo que ha llevado a cabo las labores,
Francesco Prantera, explicó las fases del proceso, del que se dijo muy
satisfecho tras comprobar su resultado.
La última vez que se reparó este pasillo fue hace 150 años, y en todo
este tiempo, sobre todo "por el
elevado número de personas que lo recorren cada día", la galería
"presentaba distintas formas de deterioro", especialmente el despegue
de los frescos, algunos de ellos ante un serio "peligro de caída".
Además, las superficies pintadas estaban amarillentas por el empleo en el
pasado de aglutinante animal, y la película pictórica presentaba defectos de
adhesión y de cohesión, así como manchas, abrasiones, arañazos y acumulaciones
de polvo.
Para atajar esta situación se emprendió estas labores, que comenzaron con
una fase de documentación que permitió la recopilación de datos, que serán
"un material documental muy preciado para el futuro".
Esto ha arrojado a la luz diversos detalles hasta ahora ocultos, como
fechas y nombres dibujados en forma de pequeñas olas marinas.
Acto seguido se procedió a la corrección cromática de las obras mediante
el empleo, entre otros recursos, de resina acrílica, dando lustre al
característico verde de la tierra y al azul de los mares representados.
El experto explicó que los "frágiles" pigmentos fueron
consolidados con un innovador material: un polisacárido producido por el
Laboratorio interno de Diagnósticos de los Museos Vaticanos y logrado a partir
del alga "Funori", proveniente de Japón.
Posteriormente se pasó a la etapa de proteger los pigmentos corregidos, y
para ello se recurrió al ciclodecano, un hidrocarburo alifático que por sus
características hace las veces de película protectora.
De este modo, la célebre Galería de los Mapas del Vaticano recobró el
impresionante color que la caracteriza y que sorprende al visitante en su
tránsito desde los Museos hasta la célebre Capilla Sixtina.
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